Como todo el mundo sabe, a día de hoy, Cullera está en el centro de atención de toda la comarca por sus próximas actuaciones urbanísticas.
Que se produzcan este tipo de actuaciones, no debería ser motivo de noticia más allá del mero trámite de ser publicado en prensa. Pero en el caso de Cullera, el interés por estas propuestas radica en el carácter desmesurado de las mismas. En el caso de “La Vega” por el número y altura de los edificios y en el caso del PAI (Programa de Actuación Integrada) que abarca tanto el Marenyet como el Brosquil, por sus extensísimo ámbito de intervención.
Independientemente del desenlace final de todo estos desarrollos urbanísticos, que pueden beneficiar más o menos a los intereses comunes de la ciudad de Cullera, me gustaría hacer un pequeño llamamiento desde estas líneas al M.I.A. de Cullera y plantear la posibilidad de que sea él quien tome las riendas, porque tarde o temprano se llevarán a cabo, si no estas actuaciones, otras similares.
Cullera tiene ante sí, posiblemente, la mayor actuación urbanística que se haya realizado de manera conjunta en toda su larga historia y debe ser consciente que va a ser mirada con lupa a nivel comarcal, e incluso provincial, en cada uno de sus movimientos. A mi modo de ver, es momento de que Cullera sea referencia, modelo y ejemplo a seguir en este tipo de intervenciones, tanto para Valencia, como para España me atrevería a decir.
Todos sabemos que actualmente uno de los problemas más acuciantes a nivel nacional es el agua, con el polémico y debatido Trasvase del Ebro, odiado por unos y deseado por otros. También sabemos que el petróleo no cesa de subir de precio y que además es un recurso no renovable, esto es, que se acaba. Sabemos que la Unión Europea está obligando a sus países miembros a reducir el nivel de emisiones contaminantes a sus empresas. Sabemos que nuestro querido Júcar, cada vez está más contaminado y más salinizado, porque su nivel desciende y el agua del mar se introduce por su desembocadura cada vez más hacia dentro.
La pregunta es, ¿podemos hacer nosotros algo para evitar todo esto? Yo digo Sí. Cullera tiene la inigualable oportunidad de ser un ejemplo de sostenibilidad. Debe realizar en ejercicio de urbanismo sostenible y mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
Y qué es sostenibilidad, se preguntarán algunos. La sostenibilidad es devolver parte de los recursos naturales que utilizamos a su origen. Es regenerar aquello que destruimos. Es autoabasterse con energías renovables como son la luz solar, el viento, etc. Es coger limpio y devolver limpio. Porque actualmente, cogemos limpio y devolvemos sucio. Es en definitiva no consumir recursos que se acaban, como el petróleo, sino recursos que se puedan renovar.
Y qué ventajas tiene. Pues para empezar reducir el gasto de nuestros bolsillos, que eso siempre nos atrae a todos. Además supone tener agua para todos, tener un Júcar cristalino, en vez de verde, evitar inundaciones, consumir y por tanto pagar menos luz, mejorar nuestro confort en nuestras viviendas y por qué no, ya de paso destruir menos Naturaleza, que parece que es de donde sacamos todo lo que necesitamos para vivir.
Por eso creo que el Ayuntamiento dentro de sus posibilidades debería tomar cartas en el asunto y que la zona de la Vega sea comentario de toda la provincia por algo más que por la altura de sus edificios. Que se realice un estudio urbanístico de gestión de agua y autoabastecimiento. Que prime la construcción de los edificios que reduzcan su consumo energético y grave aquellos tradicionales que si se les corta la luz y el agua se mueren. Que la zona de la Vega, sea un barrio sostenible, con arquitectura bioclimática y bienintencionada.
Ya en muchos países europeos existen ejemplos de barrios residenciales cuyas viviendas reducen su consumo mensual energético hasta un 65% mediante la recogida y reutilización de agua, mediante el uso de electricidad y agua caliente sanitaria generada por placas solares y mediante otros sistemas. En Alemania por ejemplo, tienen un 70% de días al año nublado, mientras que en España solo un 30%. Y sin embargo tienen 5 veces más metros cuadrados de placas solares que nosotros. El consumo en España de agua en una vivienda es de media, 200 litros por persona y día, mientras que en Holanda, por ejemplo, es de 50 litros por persona y día, únicamente con la reconducción de las aguas.
Simplemente bastaría con recoger el agua de lluvia de nuestras terrazas y azoteas para almacenarla, filtrarla y utilizarla en cisternas, riego, etc. Simplemente usando aparatos sanitarios y bombillas de bajo consumo. Simplemente usando pavimentos porosos en vez de hormigón en nuestros espacios abiertos para que el agua filtre al propio terreno y los acuíferos se regeneren. Simplemente con el uso de la energía solar para nuestro suministro eléctrico, mediante placas solares. Simplemente con un diseño y unas orientaciones adecuadas en las viviendas para que no sea necesario enchufar el aire acondicionado en verano o la calefacción en invierno.
Y esto qué incremento de costes puede suponer, únicamente un 5% aproximadamente, que teniendo en cuenta que podría suponer un ahorro de hasta un 60% en las facturas de luz y agua, no es nada. Pero es que además estas cosas las subvenciona Europa, y si además el Ayuntamiento aporta su granito, por ejemplo, realizando reducciones en los pagos por licencia en función del grado de sostenibilidad de los edificios, pues resultaría más interesante para los promotores y los usuarios finales.
Ya hemos podido ver reflejado en prensa, cómo alguna promoción inmobiliaria ha sido motivo de admiración y respeto por su carácter bioclimático y por su integración con el entorno.

También creo, que cualquier ciudad es reconocida por sus edificios representativos y de alto valor arquitectónico. Por ello me parece que si se van a realizar actuaciones de edificios importantes como pueda ser un puerto deportivo o un Palacio de Congresos, deberían ser de la mayor calidad posible y eso sólo se consigue con pluralidad de ideas y de soluciones. Y para conseguirlo creo que todos estos edificios deberían salir a concurso abierto para su diseño y adjudicación y no ser encargados los proyectos de manera arbitraria, cosa que iría en detrimento del edificio y en última instancia de la propia ciudad.
Por otra parte, ésta sería una manera más de situar en el ámbito nacional a Cullera, con una serie de concursos arquitectónicos de mucha transcendencia, sin olvidar por supuesto, más que en otros edificios, la sostenibilidad de los mismos.